viernes, 4 de julio de 2008

Parálisis del sueño y viaje astral; consideraciones sobre la muerte

Continuamos en este post comentando diversas impresiones y posibilidades relativas a lo que sucede en la cama cuando se cierran los ojos. Y hoy toca aquello a lo que se ha dado en llamar "viaje astral" o "desdoblamiento".

Dado que en mi caso, la vía de acceso a tal eventualidad ha sido a través de dos años de desagradables experiencias de lo que la ciencia ha dado en llamar “parálisis del sueño”, iniciaré la explicación por ahí. Mi propósito es presentar la experiencia solo hasta donde empíricamente la he comprobado, por lo que muchas de las cosas que pueden leerse por ahí sobre el viaje astral no estarán presentes. De esta forma, al menos garantizo que el conocimiento transmitido no se ha deformado mediante el paso por múltiples intermediarios que no experimentaron aquello de lo que hablan. Sólo lo ha deformado mi mente.

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1. Parálisis del sueño:

La parálisis del sueño es un fenómeno común aunque poco conocido que implica fundamentalmente despertar inmovilizado y aprisionado, incapaz de moverse ni respirar y experimentando una sensación eléctrica por todo el cuerpo que puede ir de lo sutil a lo abrumador e incluso doloroso. También se pueden experimentar diversos tipos de las llamadas alucinaciones hipnagógicas o hipnopómbicas y sonidos intensos de sirenas o pitidos y luces potentes que abarcan todo el campo visual. Es igualmente habitual la sensación de una presencia en la habitación y la capacidad de ver la habitación aunque se tienen los ojos cerrados. A todo ello es común una sensación de miedo intenso que lleva a las personas que la sufren (especialmente narcolépticos) a temer dicho fenómeno, que en ocasiones puede llegar a durar mucho rato.

Aquí el cuadro "pesadilla" de Fuseli, representando "la presencia" propia de la parálisis del sueño.

La explicación científica a este fenómeno es que “La parálisis es totalmente normal y se produce cada vez que uno duerme. Es el mecanismo natural de defensa del organismo para evitar el "escenificar físicamente los ensueños", lo cual podría resultar dañino y peligroso para el individuo dormido (sueño REM sin atonía, no sonambulismo que se produce en las fases de sueño profundo)” (extraído de la wikipedia). Así pues, dicha experiencia solo implicaría un "error" en el funcionamiento normal del organismo: se suponía que uno tenía que estar dormido, y no consciente de la parálisis.

Por supuesto, toda la parte experiencial del asunto se concibe científicamente como diversas alucinaciones o aberraciones de la mente, sin ningún significado en absoluto. Como siempre, la ciencia confunde como “irreal” aquello que sencillamente no puede, de momento, explicar.

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2. Descubrimientos personales:

Mi experiencia con la parálisis del sueño se inició hace unos dos años, una noche que me asaltó dicha potentísima sensación eléctrica acompañada de sirenas y de un espectáculo impresionante de colores vivos. Mi cuerpo estaba aterido, no podía respirar y pensé que o bien me moría o me estaban como mínimo abduciendo los extraterrestres.

Durante mucho tiempo mi única preocupación fue cómo detener ese desagradable fenómeno, cosa que logré finalmente, mediante un esfuerzo intenso por despertar ejercido justo al inicio.

A partir de entonces, comencé a fijarme con mayor atención en la parte más extraña de la experiencia: ver la habitación teniendo los ojos cerrados y sentir una presencia próxima observándome. Conforme proseguía con mi exploración, estos dos aspectos iban ganando en claridad, hasta que un día llegué a una conclusión sorprendente: “la presencia que notaba en la habitación era yo mismo”. Aquél día fui dos: durante un breve instante, estaba de pie, frente a la pared de mi dormitorio mirando un cuadro, y al mismo tiempo estaba en la cama, dormido, notando las sábanas rozar mi piel.

Aquella experiencia me sacó completamente de quicio y comencé a recopilar información sobre la parálisis del sueño de manera masiva. Fue entonces cuando leí en alguna infame web esotérica que la parálisis se producía cuando el cuerpo astral trataba de abandonar el cuerpo físico, pero éste no le dejaba, por considerar dicha experiencia racionalmente imposible.

Desde ese momento, mi investigación ganó otro cariz. Mis esfuerzos se dirigieron, no a detener la parálisis, sino a intentar dejarme ir dentro de ella.

Y así, un día, hace hoy unos dos meses, entré en ese estado y mi mente dejó ir su temor. Durante un rato me sentí tumbado en la cama y pensé que no había pasado nada, pero cuando intenté levantarme, lo que sucedió me dejó impresionado: me estaba “despegando” de mi cuerpo físico. Seguí tirando suavemente hasta soltarme por completo y entonces salí disparado por la habitación, volando cabeza abajo. Me costó un poco recuperar la compostura, y ahí estaba yo, en mi habitación, desnudo, en pie, con un color blanquecino brillante semitransparente. Salí al pasillo y caminé por él hasta encontrar una ventana que antes no estaba allí. Alegre como en un sueño lúcido, la crucé y caí a un patio interior oscuro que me resultaba absolutamente desconocido. Fue un error: sentía la presencia de seres a mi alrededor, acechando, y asustado pegué un salto de unos siete pisos para escapar, agarrándome a una barandilla. Entonces caí en la cuenta de que había salido y no sabía volver y me asoló el miedo y la desesperación, una sensación de soledad y abandono sin límites. Afortunadamente, en ese mismo instante, algo tiró de mí hacia atrás y al segundo estaba sobre mi cuerpo físico, acoplándome de nuevo. Noté que la cabeza no se acoplaba bien, y tuve que realizar esfuerzos para dejarla bien puesta, pues había leído en un libro de Lobsang Rampa que de no acoplarse bien uno, se gana dolores de cabeza todo el día siguiente.

En mi segunda experiencia me atreví a mirar a mi cuerpo dormido, lo cual produce un asombroso terror irracional. Ahí estaba yo, tumbado exactamente en la posición en la que me había dormido, y no era especialmente agradable: mi cuerpo era distinto, más feo, sentía algo extraño y asqueroso en él. En cambio, el cuerpo en el que me hallaba era ligero, liviano, sutil y más inteligente. Una vez más, el terror se apoderó de mí y tras revolotear un rato por el techo, mi cuerpo físico me jaló de vuelta a casa.

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3. Explicación:

Desde mi experiencia personal y mis lecturas e investigaciones, me parece que todo el asunto puede explicarse como sigue:

1.- Existimos en varios niveles: uno es el nivel físico, otro es el nivel energético (llámese astral, etérico, cuerpo de ensueño, alma o como se quiera).

2.- El sueño implica siempre la salida del cuerpo energético del físico y su interacción en dicho nivel, pero las memorias de lo que sucede se ven condicionadas por nuestro grado de conciencia, y generalmente superponemos fantasías mentales a dicho viaje (sueños típicos o lúcidos, no “objetivos”).

3.- Es posible aumentar el grado de conciencia del fenómeno del sueño en diversos niveles:

- Es posible hacerse consciente del propio cuerpo dormido.

- Es posible sentir al cuerpo energético tratando de salir del físico (parálisis del sueño).

- Es posible sentir al cuerpo energético fuera de uno mismo (la “presencia”).

- Es posible hacerse consciente del momento de la salida y la entrada del cuerpo energético en el físico hasta el punto de controlarlo voluntariamente (desdoblamiento).

- Es posible trasladar la conciencia total al cuerpo energético y observar al físico dormido, inerte.

- Es posible desplazarse e interactuar con el cuerpo energético en un mundo distinto (“viaje astral”).

Hasta aquí puedo leer conforme a mi experiencia personal. Por supuesto, lo que hay escrito sobre estas cuestiones es mucho más, y se puede consultar fácilmente con un rato de cliquear en google, pero, al igual que sucede con todo conocimiento racional, no les servirá de nada si no lo ven por ustedes mismos.

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4. Consideraciones sobre el hecho de morir (parte especulativa):

Evidentemente, tales conclusiones llevan a plantear el tema de la vida después de la muerte con una intensidad mucho mayor que cuando lo único que se sabe de ello es lo que te dice el cura desde su púlpito.

Se abren aquí innumerables cuestiones sobre qué demonios pasa cuando esa energía que sale del cuerpo, que es consciente y al parecer autónoma, no tiene cuerpo al que volver. Parece claro que los mecanismos por los que desaparece el cuerpo físico no pueden ser igualmente válidos para el cuerpo energético. Pero, ¿cómo muere el cuerpo energético?. Los lamas tibetanos afirman que se queda con el cuerpo físico un tiempo y luego vaga por ahí hasta deshacerse. Howard Y Lee, maestro de Kung-Fu de Castaneda y excelente terapeuta energético, opina que el cuerpo energético tarda unos 500 años en disolverse. Castaneda y Gurdjieff no ponen fecha a ese final, pero ambos afirman que algo mucho más grande que nosotros (el “Águila” o la “Luna”) se lo traga, ya que somos su alimento.

Con ánimo meramente especulativo, basado en lecturas y extrañas experiencias varias, se me ocurre que probablemente la muerte es ir deshaciéndose poco a poco en un universo extraño de colores, formas y seres en el que de vez en cuando llegas a un lugar conocido. Seguramente se va perdiendo la conciencia, envueltos en ese viaje constante, y poco a poco uno se desintegra para formar parte del todo, dado que la conciencia es lo único que puede dar cohesión a nuestra formación energética.

Por eso los brujos, conforme a Castaneda, intentan aumentar su conciencia y desintegrarla y reintegrarla a voluntad en múltiples ocasiones, para ganar experiencia en el hecho de mantenerse unidos y compactos, lo cual les permite no disolverse una vez muertos. Más allá tienen que lidiar con una fuerza suprema: “El Águila”, que los atrae magnéticamente hacia su pico para devorar lo que fueron. El Águila trata de conocerse a si misma, y por ello crea seres que desarrollan conciencia y luego devora dicha conciencia. Si el guerrero tiene suficiente energía/conciencia, el Águila lo deja pasar. Exactamente lo mismo dice Gurdjieff, solo que él habla de “la Luna” como dicha fuerza magnética.

Lo que sí parece claro es que la conciencia es algo potencialmente más amplio que el mero cuerpo físico. Esto implica que la muerte física no tiene por qué ser el final de todo.

Probablemente sea correcto afirmar que la conciencia no crece del cuerpo, sino que más bien el cuerpo físico nace de la conciencia: es proyectado por ella al igual que en un sueño nuestro cuerpo es creado también por nuestra conciencia. Vivir aquí o en un sueño lúcido es, desde esa perspectiva, lo mismo. Nuestra conciencia genera un cuerpo y se desenvuelve con él: el cuerpo es meramente un instrumento de algo mucho más sutil.

Merece la pena, por tanto, descorrer el velo de maya e intentar experimentarse uno mismo tal y como es, en toda su complejidad y grandeza.

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Sobre cómo realizar un viaje astral y qué es posible encontrar allí, es interesante leer las opiniones del interesante personaje Lobsang Rampa, presentes en esta web:

http://www.mind-surf.net/talleres/lobsang.htm

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No olvidar jamás, que al final la muerte siempre triunfa, como deja claro Brueghel en este fantástico cuadro.